Hay varios caminos de acceso:
1. Procurar
tener una actitud contemplativa con todo lo que nos rodea: personas, naturaleza,
situaciones.
2. Buscar
espacios de silencio, desconectando el móvil y todas las vivencias del quehacer
diario.
3. Adoptar
una actitud de escucha, es decir, de estar no de actuar y no pretender llegar a
conclusiones.
4. Cuando
se llega al núcleo íntimo del yo, se experimenta un anhelo de trascendencia y
este anhelo es la chispa de Dios que cada uno de nosotros llevamos dentro.
Dios no habla, pero todo habla de Él.
Busqué a Dios y no lo encontré, me busqué a mí y tampoco
me encontré, busqué al prójimo y encontré a los tres.