La mejor manera de ser feliz es esparcir felicidad a
nuestro alrededor.
Con la felicidad ocurre que “cuanto más damos, más
tenemos”.
La vida en familia ofrece muchas oportunidades de hacer
un favor, tener un detalle, colaborar en algún trabajo familiar…
Todas estas acciones nos dan satisfacción y nos producen
un sentimiento interno porque hemos contribuido al bienestar de los que
queremos.
Es cierto que la convivencia puede producir fricciones y
en algunas ocasiones podemos sentirnos ofendidos o resentidos, pero en tales
ocasiones podemos recuperar la paz si somos capaces de reconciliarnos lo más
pronto posible y esta reconciliación nos proporciona unos destellos de felicidad.
Esta actitud de transmitir felicidad que hemos vivido en
familia debemos practicarla con las personas con las que nos vamos relacionando
en la vida y comprobaremos que lo que nos da verdadera felicidad es hacer
felices a los demás.
Porque la felicidad es una puerta que se abre hacia
afuera.