La pérdida de privacidad es imparable. Los dispositivos
electrónicos que hemos incorporado a la vida cotidiana han modificado nuestra
privacidad y nuestras costumbres.
Hemos de ser conscientes de los riesgos que comportan:
1. Cuando compramos por internet, tanto los productores,
distribuidores, anunciantes... conocen nuestras preferencias y pueden
utilizarlas para vendernos productos. Cuando un servicio es gratis, el producto
eres tú.
2. La mensajería electrónica nos facilita la vida pero puede
ser hackeada y comprometernos. Por eso están ganando terreno formas de
mensajería instantánea que utiliza la comunicación efímera que destruye el
mensaje a los pocos segundos de haberse leído, como snapchat.
3. En la sanidad
ganamos en comunicación y mejores tratamientos al poder hacer estudios
globales, pero podemos perder privacidad.
4. Nuestras fotos en redes sociales pueden influir en
nuestra vida laboral.
Lo esencial es entender que lo que hacemos en el
ciberespacio, nos puede afectar en la vida real.
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