Se cuenta de un hombre que
llegó a un pequeño pueblo desconocido. Justo antes de entrar en él, vio un
camino muy bonito, lo siguió y fue a para a una planicie donde había, en el
suelo, entre árbol y árbol, unas piedras blancas. Era el pequeño cementerio del
pueblo.
Se inclinó y pudo leer la
inscripción escrita en una de aquellas piedras Khalil Aman, vivió 6 años, tres
meses y tres semanas. Sintió lástima por aquel niño que había muerto justo
cuando comenzaba a estrenar la vida. Pero su sorpresa fue mayor cuando fue
descubriendo que de todos aquellos que estaban enterrados en el cementerio no
había ninguno que sobrepasara los 10 años. Vio que llegaba un anciano que
llegaba del pueblo y le preguntó cuál había sido el hecho que había producido
aquella desgracia.
Aquel hombre sonrió y le contestó que no era debido a ninguna
calamidad. Le mostró una libreta y le dijo:
De acuerdo con nuestra
cultura, cuando un hijo llega a los 15 años sus padres le regalan una libreta
como ésta: y desde entonces siempre que vive intensamente momentos de paz,
alegría, esperanza, amor o felicidad anota el tiempo que ha durado. Cuando uno
muere se suma el tiempo que aquella ha vivido con plenitud porque este es
realmente el único tiempo vivido.
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