Hoy
quiero destacar un valor menos conocido que es necesario y será más necesario
en el futuro para la buena convivencia que es la responsabilidad cívica.
La
revolución francesa destacó tres valores para la convivencia: la igualdad
proveniente de la filosofía griega, la legalidad del derecho romano y la fraternidad
de la cultura cristiana. Los dos primeros fueron incorporados en la
legislaciones de los países democráticos y el tercer valor aunque no sea una
obligación legal, sí es un deber moral el sentirnos responsables de abrirnos a
la realidad que nos rodea y disponibles ayudar a los demás y dejarnos ayudar.
Esto es especialmente necesario en las grandes ciudades donde abunda el
individualismo.
No
es fácil renunciar a unos derechos en poder o bienestar a favor de otros ciudadanos
que conviven con nosotros y que contribuyen a que tengamos estas oportunidades.
Esa idea de compartir la hemos vivido y por lo tanto aprendido desde la más
tierna infancia en nuestra vida familiar.
Es
importante plantearse seriamente cómo hacer partícipe a otras personas una
parte de lo que hemos recibido. Esto es lo que entendemos por responsabilidad cívica: en lugar de
buscar el tener y retener solo para nosotros, hemos de compartir nuestro
tiempo, conocimientos y experiencia participando en actividades que ayuden a
otras personas.
Brindemos
para que nos ayudemos mutuamente a mantener y aumentar este sentido de
fraternidad social.
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