Hace ya unos años que entré en el "otoño de mi
vida".
No me ha sido fácil adaptarme al cambio:
menos energías físicas y más lentitud de memoria,
menos responsabilidades personales, pero más libertad,
menos hacer y dirigir y más "dejar hacer",
menos intereses económicos y más actividades de servicio,
menos compromisos profesionales y más tiempo para estar
con mi mujer,
menos vida social, pero más comunicación personal.
He ido descubriendo las ventajas de la contemplación
frente a personas y naturaleza.
Saber pasar del "ver" al "mirar" y de
allí al "admirar".
Descubres que esta forma de
vivir más despacio y más libre
te da ocasiones para demostrar el cariño y
estar más
disponible para los que te rodean lo que te hace sentirte
más útil y
feliz.
Es una época de la vida
iluminada con la cálida luz del ocaso
y que te permite vivir más plenamente el
presente, que
como su nombre indica es un regalo.